domingo, 30 de diciembre de 2007

Respeto


Algo vuela, no se para a mirarme, sigue su curso sin descansar, egoísta sin pensar en mí que me quedo sintiendo en mis pies el calor de esta tierra que me ahoga. Aprieta demasiado la soga, pero no pediré clemencia.


No puedo oírla llorar, haría cualquier cosa por ella, su llanto me hace mirar a un punto fijo y voy perdiendo poco a poco la cordura. Que no llore porque no puedo oírla llorar. Hemos perdido el respeto, tiene razón cuando lo grita a las paredes de esta casa, porque los que están dentro no parecen oírlo.


Como ese payaso triste que tengo en la cabeza desde hace unos días, un proyecto que es una sombra demasiado borrosa.

viernes, 21 de diciembre de 2007

Juego de labios


Labios blancos al principio que esbozan una leve sonrisa diabólica que hace que sepa a la perfección sus intenciones. Barra de labios en sus manos ahora frías, después no. Se extiende el carmín cuidando ese movimiento de curvas en sus labios. Ahora deja escapar el aire que retuvo entonces, mientras el carmín se adosaba a su piel. Carmín rojo sangre, admirado por mis ojos ahora, después no. Pero es ahora, ahora cuando me apetece bailar con esos labios tan rojos, pero ellos quieren empezar y se deslizan por mi espalda dejando un rastro que la cruza entera. Aún no me besa, solo provoca y dudo que al final lo haga, no sería un final adecuado para el juego diabólico que inventó y del que ahora se siente tan orgullosa y feliz de verme sufriendo por un beso.


Barra de labios negra en sus manos ahora frías, después no. Primer plano de labios, repite el movimiento de curvas sin vacilar, ahora con más intensidad, aún con más pasión y el aire que retuvo, ahora es casi un gemido profundo que se pierde en el silencio de esa imagen, la de sus labios ahora negros. Empiezan a hablarme vestidos de negro, me hablan sin pronunciar palabras, pero es fácil entenderlo. Dientes blancos se dejan asomar, mordiendo el labio inferior casi con dulzura pero con fuerza y decisión. Aparece una lengua desde la inmensidad de sus labios y los acaricia como si eso le hubiese costado años de practica, para así llegar a un movimiento perfectamente sensual y armónico que excita a mis sentidos.


Quiero tocarla, quiero ya besarla, pero no puedo, ella dirige el juego. Esta vez desliza sus labios negros entre mis pechos, dejando un rastro que va más allá de mi ombligo. Ahora soy yo la que se hunde en un gemido profundo, que hace que mis mejillas se enciendan vergonzosas, y más tarde una melodía de respiraciones agitadas, manos que se aferran a sábanas de seda desgarradas por mis uñas en un intento de equilibrar mi placer tan intenso, que a veces llega a ser insoportable.


Ahora otra vez sus labios, mezcla de rojo y negro que transpasa el perfil de sus labios ahora fríos, antes no. Se acerca, acerca sus labios tan despacio que creo que no llegará nunca. Mis labios ya se abren, desvelando sin control el deseo de besarla que nació en mi desde el primer momento. Me roza los labios, perfila mis labios con su lengua, nadando entre olas, feliz. Pone sus dedos sobre mis labios, ahora calientes, antes no, y desaparece... desaparece...